domingo, 20 de diciembre de 2015

Jugando a papás y mamás



Los niños son como esponjas, todo lo aprenden y los padres son su ejemplo a seguir, por lo que tienden a imitar esos roles con juegos como mamás y papás. En aquellos niños que viven en un ambiente de violencia este juego es peligroso, puesto que sienten preocupación o enfado por la actitud de la madre victima, pero curiosamente muestran admiración ante el poder y la fuerza del padre violento.

Los niños que sufren esta violencia viven aterrados en una constante guerra, pues no saben cuando vendrá un nuevo episodio. Todo esto hace que aparezcan una serie de alteraciones físicas (anorexia, retraso del crecimientos...), emocionales (depresión, ira, ansiedad...), cognitivas (retraso en el aprendizaje del lenguaje, alteración del rendimiento escolar...) y sociales.

Además de todas estas alteraciones, se han hecho diversos estudios sobre la transmisión de la violencia de genero de padres a hijos y se ha demostrado que los niños expuestos a violencia, comparándolos con los no expuestos, con mayor frecuencia maltratarán a sus parejas en la edad adulta, mientras que las niñas expuestas serán con mayor probabilidad víctimas de maltrato por sus parejas.

El objetivo de numerosas instituciones es acabar con esa transmisión de padres a hijos y evitar que los niños vivan en ese ambiente de violencia, porque solo así podremos educarlos en una sociedad de igualdad y respeto.



Por un mundo donde los niños respondan así y no de manera violenta solo por culpa de un padre maltratador.

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